Esta historia transmite una profunda reflexión sobre la naturaleza dual de las emociones humanas y el poder de elección. Los dos lobos representan la lucha constante entre nuestras emociones negativas y positivas, que existen dentro de todos nosotros.
Un viejo Cherokee le está enseñando a su nieto sobre la vida. “Dentro de mí se está librando una pelea”, le dijo al niño. “Es una pelea terrible y es entre dos lobos. Uno es malo: es ira, envidia, tristeza, arrepentimiento, avaricia, arrogancia, autocompasión, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, falso orgullo, superioridad y ego”.
Continuó: “El otro es bueno: es alegría, paz, amor, esperanza, serenidad, humildad, bondad, benevolencia, empatía, generosidad, verdad, compasión y fe. La misma lucha se desarrolla dentro de ti, y también dentro de todas las demás personas”.
El nieto lo pensó por un minuto y luego le preguntó a su abuelo: “¿Qué lobo ganará?”.
El viejo Cherokee simplemente respondió: “El que tú alimentas”.
La respuesta del abuelo, “Aquel a quien alimentas”, resalta la idea de que las emociones que alimentamos y en las que nos concentramos moldearán nuestro carácter y determinarán el curso de nuestras vidas.
Es un recordatorio de que tenemos la capacidad de elegir nuestros pensamientos, acciones y actitudes. Al alimentar conscientemente al lobo “bueno” de la alegría, el amor, la bondad y la compasión, podemos cultivar una vida más positiva y plena. Por el contrario, si dejamos que el lobo “malvado” de la ira, la envidia y la negatividad domine nuestros pensamientos y acciones, es probable que llevemos una vida más problemática y descontenta.
En última instancia, esta historia fomenta la autoconciencia y la importancia de tomar decisiones conscientes en nuestra vida diaria. Nos recuerda que tenemos el poder de moldear nuestro propio destino eligiendo centrarnos en las cualidades y emociones que conducen al crecimiento personal, la felicidad y el bienestar.
En esencia, esta poderosa historia sirve como un recordatorio amable pero conmovedor de que nuestros pensamientos y acciones influyen significativamente en la calidad de nuestras vidas. Nos impulsa a ser conscientes del “lobo” emocional que elegimos criar dentro de nosotros mismos. Al alimentar conscientemente los aspectos positivos de nuestro carácter, allanamos el camino para una existencia más armoniosa y plena, fomentando rasgos que conducen al crecimiento personal, relaciones más saludables y una interacción más compasiva con el mundo que nos rodea. Es una lección eterna que enfatiza el profundo impacto de nuestras decisiones en nuestra paz interior y el bienestar colectivo de nuestras comunidades.